La misma mesa antigua y holgada, de nogal, Y sobre ella la misma blancura del mantel Y los cuadros de caza de anónimo pincel Y la oscura alacena, todo, todo está igual… Hay un sitio vacío en la mesa hacia el cual mi madre tiende a veces su mirada de miel y se musita el nombre del ausente; pero él hoy no vendrá a sentarse en la mesa pascual. La misma criada pone, sin dejarse sentir, la suculenta vianda y el plácido manjar; pero no hay la alegría ni el afán de reir que animaran antaño la cena familiar; y mi madre que acaso algo quiere decir, ve el lugar del ausente y se pone a llorar…
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