Palla Huarcuna (Tradición)

¿A dónde marcha el hijo del Sol con tan numeroso séquito?

Túpac Yupanqui, EL RICO EN TODAS LAS VIRTUDES, como lo llaman los haravicus del Cuzco, va recorriendo en paseo triunfal su vasto imperio, y por doquiera que pasa se elevan unánimes gritos de bendición. El pueblo aplaude a su soberano, porque él le da prosperidad y dicha.

La victoria ha acompañado a su valiente ejército, y la indómita tribu de los pachis se encuentra sometida.

¡Guerrero del llauto rojo! Tu cuerpo se ha bañado en la sangre de los enemigos, y las gentes salen a tu paso para admirar tu bizarría.

¡Mujer! Abandona la rueca y conduce de la mano a tus pequeñuelos para que aprendan, en los soldados del Inca, a combatir por la patria.

El cóndor de alas gigantescas, herido traidoramente y sin fuerzas ya para cruzar el azul del cielo, ha caído sobre el pico más alto de los Andes, tiñendo la nieve con su sangre. El gran sacerdote, al verlo moribundo, ha dicho que se acerca la ruina del imperio de Manco, y que otras gentes vendrán en piraguas de alto borde a imponerle su religión y sus leyes.

En vano alzáis vuestras plegarias y ofrecéis sacrificios, ¡oh hijos del Sol, porque el augurio se cumplirá!

¡Feliz, tú, anciano, porque sólo el polvo de tus huesos será pisoteado por el extranjero y no verán tus ojos el día de la humillación para los tuyos. Pero entretanto, ioh hija de Mama-Ocllo¡ trae a tus hijos para que no olviden el arrojo de sus padres, cuando en la vida de la patria suene la hora de la conquista.

Bellos son sus himnos, niña de los labios de rosa; pero en tu acento hay la amargura de la cautiva.

Acaso en tus valles nativos dejaste el ídolo de tu corazón; y hoy al preceder cantando con tus hermanos, las andas de oro que llevan sobre sus hombros los nobles Curacas, tienes que ahogar las lágrimas y entonar alabanzas al conquistador. ¡N o, tortolilla de los bosques! El amado de tu alma es tú cerca de ti, y es también uno de los prisioneros del Inca.

La noche empieza a caer sobre los montes, y la comitiva real se detiene en Izcuchaca. De repente la alarma cunde en el campamento.

La hermosa cautiva, la joven del collar de GUAIRUROS, la destinada para el serrallo del monarca, ha sido sorprendida huyendo con su amado, quien muere defendiéndola.

Túpac Yupanqui ordena la muerte para la esclava infiel.

Y ella escucha alegre la sentencia, porque anhela reunirse con el dueño de su espíritu y porque sabe que no es la tierra la patria del amor eterno.

Y desde entonces, iOh viajero!, si quiere conocer el sitio donde fue inmolada la cautiva, sitio al que los habitantes de Huancayo dan el nombre de Palla-Huarcuna, fíjate en la cadena de cerros, y entre lzcuchaca y Huaynanpuquio verás una roca que tiene las formas de una india con un collar en el cuello y el turbante de plumas sobre la cabeza. La roca parece artísticamente cincelada, y los naturales del país, en su sencilla superstición, la juzgan el genio maléfico de su comarca, creyendo que nadie puede atreverse a pasar de noche por Palla-Huarcuna sin ser devorado por el fantasma de piedra.

Ricardo Palma*
(*) Ricardo PALMA. Nació en Lima en 1883 y murió en 1919. Es el autor de las famosas "Tradiciones Peruanas". Grandes críticos universales lo han considerado un clásico del idioma castellano. Muchas de sus tradiciones tratan de la época incaica; otras, del período del coloniaje y el virreynato. También numerosas tradiciones se ocupan de los tiempos de la revolución libertadora.


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3 comentarios:

Anónimo dijo...

conchetumare

Anónimo dijo...

no sirve ni mierda

Anónimo dijo...

repucta la concha tu mela

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