Los incas conquistan Chile

Túpac Yupanqui, hijo legítimo del gran Inca Pachacútec, fiel al espíritu guerrero de sus ancestros, conquista Chile, pueblo semisalvaje

INCA TUPAC YUPANQUI SE LANZA A CONQUISTAR CHILE

Como el principal intento y blasón de los Incas era reducir nuevas gentes a su imperio, a sus costumbres, leyes e idolatría, y como entonces se encontrasen tan poderosos, no podían estar ociosos sin hacer nuevas conquistas, pues les era forzoso ocupar a los vasallos en aumentar la corona, como para gastar sus rentas, que eran los abastecimientos, armas, vestido y calzado que cada provincia y reino, conforme a sus frutos y cosechas, contribuía cada año. Porque oro y plata no lo daban los vasallos como tributo al rey, sino que lo ofrecían para servicio y ornato de las casas reales y las del Sol.

Como el rey Inca Yupanqui se viese amado y obedecido, y tan poderoso de gente y hacienda acordó emprender una gran empresa; conquistar el reino de Chile. Para eso, habiéndolo consultado con los miembros de su consejo, mandó prevenir las cosas necesarias. Y dejando en su corte los ministros acostumbrados para el gobierno y administración de la justicia, hasta Atacama, que en dirección a Chile, era la última provincia poblada y sujeta a su imperio, para dar más calor a la conquista, pues, de allí adelante hay un inmenso despoblado que debe atravesarse para llegar a Chile.

Desde Atacama envió el Inca corredores y espías que fuesen por aquel despoblado y descubriesen paso a Chile, comprobando las dificultades que hay en el camino para prevenir a tiempo. Los descubridores fueron Incas, porque las cosas de tanta importancia los Incas no las confiaban sino a los de su linaje, a los cuales proporcionaron indios de Atacama y de Tucma (por las cuales había algunas noticias del reino de Chile) para que los guiasen, y de 2 en 2 leguas fuesen y viniesen con los avisos de los que descubriesen; porque así era menester para que se proveyesen de lo necesario. Con esta prevención, fueron los descubridores, y en su camino pasaron grandes trabajos y dificultades por aquellos desiertos, dejando señales por donde pasaban para no perder el camino para el regreso. Y también para que les siguiesen supieran por donde ir. Así fueron yendo y viniendo como hormigas trayendo relación de lo descubierto y llevando abastecimiento que era los que más habían de menester. Con esta diligencia y trabajo avanzaron 80 leguas de despoblado que hay entre Atacama y Copayapu que es una provincia pequeña pero bien poblada, rodeada de largos y anchos desiertos; para pasar adelante hasta Coquimbo hay otras 80 leguas de despoblado. Habiendo llegado los descubridores a Copayapu y alcanzado la noticia que pudieron tener por sus propios ojos, volvieron con toda diligencia a dar cuenta al Inca de lo que habían visto. Conforme a lo informado el Inca dispuso preparar 10 mil hombres de guerra mediante la orden acostumbrada y llevada por el general Sinchiruca y dos maeses de campo de su linaje, que no saben decir los indios cómo se llamaban. Encargó que les llevasen mucho abastecimiento en los carneros de carga, los que, a su vez, servirían como abastecimiento de carnaje, pues es muy buena carne para comer.

Luego que Inca Yupanqui despachó los 10 mil hombres de guerra, mandó preparar otros tantos y en la misma forma los envió en pos de los primeros.

Así a los amigos servirían de socorro y a los enemigos de terror y asombro. Los primeros, llegando cerca de Copayupu, enviaron mensajeros, según antigua costumbre de los Incas, solicitando se rindiesen y sujetasen al hijo del Sol que iba a darles nueva religión, nuevas leyes y costumbres, para que viviesen como hombres y no como brutos. De no aceptar esta prevención pacífica se haría con las armas; porque por grado o por fuerza tenían que obedecer al Inca, señor de las cuatro partes del mundo. Los de Copayapu se alteraron con el mensaje y tomaron las armas y se pusieron a resistir la entrada a su tierra, donde hubo algunos encuentros y escaramuzas y peleas ligeras, porque unos y otros estaban tanteando sus fuerzas y ánimos. Y los incas, en cumplimiento de lo que su rey les había mandado, no querían romper la guerra a fuego y sangre, sino contemporizar con los enemigos para que se rindiesen por las buenas. Los cuales estaban perplejos al defenderse; por una parte, les atemorizaban la deidad del hijo del Sol pareciéndoles que habían de caer en alguna gran maldición suya sino recibían por señor a su hijo. Por otra parte, los animaba el deseo de mantener su libertad antigua y por el amor a sus dioses, que no querían novedades sino vivir como sus antepasados.

LOS INCAS GANAN HASTA EL VALLE LLAMADO CHILE

En tales confusiones los halló el segundo ejército que iba en socorro del primero con cuya vista se rindieron los de Copayapu, pensando que no podrían resistir a tanta gente y así capitularon con los Incas lo mejor que pudieron, señalando las cosas que habían de recibir y dejar de su idolatría. De todo esto dieron aviso al Inca, el cual se alegró mucho de tener el camino abierto y tan buen inicio en la conquista de Chile; que por ser un reino tan grande y apartado de su imperio, temía el Inca poderlo sujetar. Y así estimó en mucho que la provincia Copayapu quedase suya por vía de paz y concierto y no de guerra y sangre. Y siguiendo su buena fortuna, habiéndose informado de la disposición de aquel reino, mandó preparar luego otros 10 mil hombres de guerra, provistos de todo lo necesario, los envió en socorro de los 2 ejércitos pasados, ordenándoles que llevaran adelante la conquista y con toda oportunidad solicitasen lo que fuese necesario. Los Incas, con el nuevo socorro y mandato de su rey, avanzaron otras 80 leguas y después de haber pasado muchos trabajos en tan largo camino, llegaron a otro valle o provincia llamada Coquimbo, la cual sujetaron. Y no sabemos decir si fue por medio de encuentros o batallas, porque los indios del Perú, por haber sido la conquista en reino extraño y tan lejos de los suyos, no saben en particular los trances que pasaron, tan solo afirmaron su conquista de Coquimbo. De allí adelante conquistaron todas las naciones hasta el valle de Chili del cual toma nombre todo el reino de Chile. Durante el tiempo que duró aquella conquista, que, según afirman, alcanzó a 6 años o más, el Inca siempre tuvo particular cuidado de socorrer a los suyos con gente, armas, abastecimientos, vestido y calzado, para que no les faltase nada; porque comprendía bien cuánto significaba para su prestigio y majestad que sus tropas no diesen un paso atrás; por eso llegó a tener en Chile más de 50 mil hombres de guerra, tan bien abastecidos como si tuvieran en la ciudad del Cuzco.

Los Incas habiendo conquistado para su imperio el valle de Chili, dieron aviso al Inca lo que habían hecho y cada día se lo hacían saber hora por hora; y habiendo puesto orden y asiento en lo que hasta allí habían conquistado, siguieron hacia el sur, dirección que siempre habían llevado en ese viaje y conquistaron valles y naciones que hay hasta el río Maule, 50 leguas más del valle Chili. No se sabe si hubo encuentros, antes bien se cree que se logró mediante la paz y amistad, de acuerdo a su sistema desde los antepasados. No se conformaron los Incas con haber alargado su imperio más de 260 leguas al sur, desde Atacama hasta el río Maule; sino con la misma ambición y codicia de ganar nuevos estados quisieron seguir adelante; para lo cual con la buena orden y maña habitual asentaron el gobierno de lo hasta allí ganado y dejaron guarnición necesaria previendo siempre cualquier desgracia que les pudiese acaecer en la guerra. Con tal determinación y seguridad, los Incas pasaron el río Maule con 20 mil hombres de guerra, y conservando su antigua costumbre enviaron a requerir a los habitantes de la provincia de Purumauca, que los españoles llaman Promaucaes, recibiesen al Inca como señor o se preparasen para las armas. Los purumaucas, que ya tenían noticias de los Incas y estaban preparados y aliados con otros comarcanos, como: Antalli, Pincu, Cauqui, y entre todos habían determinado morir antes que perder su libertad. Respondieron que los vencedores serían señores de los vencidos, y que muy pronto verían los Incas en que forma les obedecían los purumaucas.

Tres o cuatro días después, aparecieron los purumaucas con otros vecinos aliados en número de 18 a 20 mil hombres de guerra y en presencia de los Incas repitieron los requerimientos de paz y amistad, y todo lo acostumbrado. Los contrarios respondieron que estaban resueltos a no gastar tiempo en palabras y vanos razonamientos, sino a pelear hasta vencer o morir. Por lo tanto, que los Incas se preparasen para la batalla para el día siguiente y que no enviasen más recados porque no estaban dispuestos a oír más.

BATALLA CRUEL ENTRE LOS INCAS Y DIVERSAS NACIONES DE CHILE

Al día siguiente ambos ejércitos de sus alojamientos, arremetieron unos contra otros, pelearon con mucho ánimo, valor y mayor obstinación, durando la batalla todo el día sin reconocer vencedor, con muchos muertos y heridos, retirándose en la noche. El segundo y tercer día se repitió la crueldad y pertinacia: unos por la libertad; otros por la honra. Al fin de la tercera batalla, consideraron que de una y otra parte más de la mitad estaban muertos y el resto, heridos.

El cuarto día, aunque ambos se pusieron en escuadrones no salieron de sus alojamientos, donde se reforzaron esperando defenderse de la acometida del contrario. Así estuvieron todo aquel día y otros dos días.

Al fin de ellos se retiraron a sus distritos, temiendo cada uno de los contendientes, que el otro hubiese enviado por refuerzos a la brevedad. A los purumaucas y a sus aliados les pareció que habían hecho demasiado al haber resistido las armas de los Incas, que, poderosas e invencibles, se habían mostrado últimamente, y con esta presunción regresaron a sus tierras aclamando su Victoria y difundiéndola que la habían logrado íntegramente.

A los Incas les pareció que mejor era dejarlos ir en esa forma en lugar de pedir refuerzos y destruirlos conforme a la orden de sus antepasados. Y así habiéndolo consultado entre los capitanes, aunque hubo pareceres contrarios que dijeron se siguiese la guerra hasta sujetar a los enemigos, al fin resolvieron volver a los que tenían ganado y señalar el río Maule por término del imperio y no pasar adelante en su conquista hasta tener .ueva orden de su rey Inca Yupanqui; al cual dieron aviso de todo lo sucedido. El Inca ordenó que no se conquistase nuevas tierras, sino que se atendiese con mucho cuidado en cultivar y beneficiar las que habían ganado, procurando siempre el regalo y provecho de los vasallos, para que observando los comarcanos cuán mejorados estaban en todo el señorío de los Incas, se redujesen también ellos a su imperio, como lo habían hecho otras naciones y que cuando no lo hiciesen ellos perdían mas que los Incas. Con este mandato cesaron los Incas de Chile sus conquistas, fortalecieron las fronteras, pusieron sus términos y señales, que hacia el sur fue el último límite el río Maule. Atendieron a la administración de la justicia y a la hacienda real y del Sol con particular beneficio para los vasallos; los cuales con mucho amor, abrazaron el dominio de los Incas, sus fueros, leyes y costumbres, y en ellas vivieron hasta que los españoles llegaron a estas tierras.

Inca Garcilaso de la Vega (Comentarios Reales)

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