
En el tiempo que los españoles aportaron á esta tierra del Pirú, que llegaron al pueblo de Caxamarca, çiento y noventa leguas poco más o menos de aquí, mi padre Mangó Inga estaba en la ciudad del Cuzco, en esa era con todo su poderío y mando, como su padre Guaina Cápac se lo hauta dexado, donde tuvo nueva por ciertos mensajeros que vinieron de allá de un hermano suyo mayor, aunque bastardo, llamado Atavallpa, y por vnos indios yungas tallanas que rresiden á la orilla del Mar del Sur, quince ó veinte leguas del dho. Caxamallca, los quales decían que habían visto llegar a su tierra çiertas personas muy differentes de nuestro hábito y traje, que pareçían viracochas, ques el nombre con el qual nosotros nombramos antiguamente al Criador de todas las cosas, diçiendo Tecsi Viracochan, que quiere deçir prençipio y haçedor de todos; y nombraron desta manera a aquellas personas que habían visto, lo uno porque diferenciaban mucho nuestro traje y semblante, y lo otro porque veían que andaban en vnas animalías muy grandes, las quales tenían los pies de plata: y ésto decían por el rrelumbar de las herraduras. Y también los llamaban ansí, porque les hauían visto hablar a solas en vnos paños blancos como vna persona hablaba con otra, y ésto, por el leer en libros y cartas; y avn les llamauan Viracochas por la excelençia y paresçer de sus personas y mucha differençia entre vnos y otros, porque vnos eran de barbas negras y otros bermejas, é porque les veían comer en plata; y también porque teníanyllapas, nombre que nosotros tenemos para los truenos, y ésto decían por los arcabuçes, porque pensaban que eran truenos del cielo.
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